En los últimos dos años y medio he emprendido muchos viajes a Buenos Aires. Me ubico más o menos en el centro, sé adonde es preferible no ir, hablo español de manera fluida… Pero sin embargo, ahora que me vine a vivir acá… de repente me agarra una sensación, como la que tuve la primera vez que llegué a esta ciudad… (Que al mismo tiempo fue la primera vez que viajé sola de mochilera).
Me siento como aquella mañana de invierno cuando llegué sola, con mi gran mochila y mi campera Mammut, cambié mis primeros pesos argentinos en el aeropuerto (¿Cómo pude hacer eso?) y pagué 250 mangos (¿Cómo pude hacer eso?) para que el taxi me lleve a la hora pico (¿Cómo pude hacer eso?) a mi hostel… (http://www.americahostel.com.ar/) Aquella gris mañana, en la que hubiera querido meterme a mi saco de dormir y dormir hasta que pasen los dos meses para luego volver a casa… y les escribí mensajes de socorro a todos mis amigos y familiares… Pero en algún momento esa mañana se convirtió en tarde y el ruido de mi estómago me detuvo de seguir el plan de meterse-al-saco-de-dormir-y-dormir-dos-meses. Me acuerdo como salí por primera vez y empecé prácticamente a correr por las calles de Buenos Aires… Con mi campera Mammut azul, una mano en el bolsillo derecho aferrándose a mi mapa de la ciudad y la otra en el bolsillo de la derecha a mi cámara. Después de unos metros a parar… mirar hacía la derecha y hacía la izquierda… sacar rápidamente el mapa para echarle una mirada… A bien, listo… A seguir, rápido… no me tengo que quedar parada, sino se dan cuenta que soy turista… Mirada hacía la derecha… hacía la izquierda… sacar la cámara… sacar dos fotos… y rápido, a seguir…
Buenooo, tampoco es tan grave ahora… confeso que exageré un poco… Además es primavera así que puedo dejar mi campera en casa, al igual que el mapa y la cámara… pero rápido, a seguir… no me tengo que quedar parada…