¡Frohe Weihnachten (feliz navidad) y feliz año nuevo!

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Navidad con 30 grados? Es algo que aún no he experimentado… y no sé si jamás voy a poder con eso… De allí que esta navidad en el frío he tratado de disfrutarla y vivirla de manera muy conciente, de absorberla con todos los sentidos y de… llevármela! Al volver a Buenos Aires de mis 23 kilos de equipaje permitido al menos 15 consisten en regalitos de navidad, chocolate, bombones, galletas de navidad, cajitas de navidad, decoración de navidad en forma de cintas y estrellas, lentejuelas, papel de regalo navideño, velas y postales. Y así igual, en el fondo sé que van a ser justamente aquellas cosas que no me puedo llevar en la valija las que más falta me van a hacer: El sentimiento cuando volvés a casa y afuera hace frío y está oscuro. El perfume a canela y ramas de pino y todo lo demás. Esa navidad, que en realidad comienza cuando los negocios empiezan a decorar sus vidrieras, ponen música navideña y en los medios de transporte público la policía a cada rato anuncia por los parlantes que hay que cuidar las carteras de los chorros (y cerrarlas) – eso es aproximadamente en la segunda semana de noviembre después de que haya terminado la feria de otoño en Basilea.

Es el tiempo en que los días empiezan a ser más cortos, hace cada vez más frío – o no, y el tiempo sigue siendo igual de gris y feo como ya lo fué en octubre. Los que no odian la navidad empiezan a decorar sus hogares. Algunos de manera más cursi que otros, aunque en Suiza por lo general estamos convencidos de que una decoración navideña linda no consiste en luces de todos los colores que se prenden y se apagan como en una discoteca, ni de arbolitos de navidad de plástico. Con fervor se hacen, compran y regalan calendarios de adviento, coronas de adviento, postales y galletas de navidad. En las escuelas se aprenden canciones de navidad y poemas para Papa Noel y todo el mundo juega al amigo invisible. En cada uno de los 4 domingos antes de navidad se enciende una vela de la corona de adviento. Cuando éramos niños el 6 de diciembre venía Papa Noel. Nuestro Papa Noel no era uno de los que repartían mandarinas en los centros comerciales o de los que pasaban cada año sobre una Harley Davidson. No, el nuestro era el verdadero, el Santiglaus, como le decimos en suizo (de Basilea). El venía desde el bosque negro con su ayudante Schmutzli, vestido todo de negro y un burro. En su libro estaba escrito todo sobre los niños y nosotros le teníamos un poco de miedo, porque sabíamos que nos llevaría consigo si no nos portábamos bien. Por lo general tocaba el timbre de nuestra casa y cuando corríamos a abrir milagrosamente ya no había rastro de él. Pero siempre nos dejaba un pequeño saco con maní, mandarinas, chocolate y una granada. Cada vez que se va acercando más el 24 de diciembre en los periódicos y telediarios se empiezan a hacer pronósticos de si va a haber una navidad blanca, es decir si va a nevar o no, como ha sido el caso en el 90% de mis casi 30 navidades pasadas.

¿Y ahora? ¿La próxima navidad a lo mejor con 30 o 40 grados? ¿Posiblemente sin verdadero árbol de navidad (un abeto posta) y verdaderas velitas? 15 kilos de navidad simplemente no son suficientes. En ninguna valija del mundo entran un árbol de navidad, velas, el deseo de nieve, mis verdaderos Papas Noeles, mi familia, amigos, perfumes, luces, sensaciones, músicas, recuerdos e historias – y sin embargo: Trato de llevarme todo lo que pueda de ello. Y ahora estoy de regreso acá, en Buenos Aires. El shock no fue tan grande como lo había esperado. Dejé los -10 grados y llegué a 25 – fué un día fresco el último del 2014 en Argentina. Cuatro horas más tarde que en mi país le hemos dado la bienvenida al año nuevo con champán, mucha carne, galletas de navidad suizas, lentejas y calzones rojos (me tuve que llevar también algunas tradiciones italianas obviamente) y abrazos… y le deseamos a todos: ¡Feliz año nuevo!

Extranjera de incógnito

DSCN0935Desde ya les digo que las fotos no tienen nada que ver con el contenido de ese texto… Pero es primavera y la ciudad luce su vestido color violeta… ¡Los jacarandás están en flor!

Cuando le cuento a amigos y conocidos que estoy viviendo en el centro de Buenos Aires la mayoría de ellos me dice que debe estar bueno vivir acá, cerca de todo, de tiendas y donde siempre hay gente… especialmente para mí, cuando ande sola… y en el mismo momento en el que es pronunciada la palabra „sola“ se viene la frase: „Tratá simplemente de hacer que no se den cuenta de una, que no sos de acá…“ Y allí empiezan los consejos para andar por Buenos Aires como extranjera de incógnito.

Los consejos empiezan por: „¡Tratá de caminar con paso seguro, no te quedes parada, no te quedes mirando algo por demasiado tiempo…!“ Y pasan por: „¡No te lleves la cartera! ¡No te vistas ni te maquilles demasiado… no te conviene mucha producción…!“ Y llegan hasta cosas como: „¡No hablés demasiado!“ (Ni hablar del mapa de la ciudad, la cámara y verdaderas joyas que son tabú…) Al final por lo general conluyen con la tranquilizante frase: „¡Pero vos tranquila… no lo pensés demasiado, simplemente tené cuidado!“ ¿Tranquila? ¿No lo pensés demasiado? ¿Simplemente tené cuidado? ¿Me están jodiendo?

Si no quiero que todo el mundo se dé cuenta enseguida que soy extranjera tengo que pensar ante cada movimiento, cada palabra, cada respiro… ¿Y así igual quedarme tranquila? ¿Y además por qué tendría que querer andar de incógnito? Estoy orgullosa de mis dos nacionalidades y además puede ser lindo ser algo exótico por una vez, ¿no? (Aunque Suiza y exótico se excluyan por definición… pero bue…)

Los motivos por los cuales me conviene permanecer incógnito se pueden resumir en 3 puntos:

  1. Voy a expresarlo una vez por todas para que quede muy claro: No te toman por el culo. Perdón, pero es así. (Por ejemplo si uno quiere hacer un curso de tango… ¿De dónde sos? ¿Suiza? Ah bueno, son 60 Euros. ¿Argentina? 150 Pesos. O sea mas o menos 10 Euros)
  2. Para que no te roben. (Te roban igual.)
  3. Todos acá te lo dicen. (¿Por algo lo deben decir, no?)

Al igual que después de una separación paso a veces en diferente orden e inclusive varias vaces al día por las 4 fases del no-querer-aceptar, al dolor, hasta la rabia y a la aceptación. Hay días en los que salgo con cámara y cartera (bueno, confeso que nunca salgo con las dos cosas a la vez… Y si me llevo la cartera, obviamente está casi vacía y lógicamente no tengo la billetera adentro…). O me pongo (terca) mi campera Mammut azul (¡Sí, es una marca suiza Mammut y se ve de lejos que es una buena campera… pero llueve y no me quiero mojar!). Me corrijo: Hubo días, dos para ser exactos, en los que me puse mi campera Mammut y si ahora el tipo al cual se la di cuando me la pidió estando sentado con su amigo en la moto se la pone, no va a parecer extranjero igual… Otros días sin embargo, trato de verme estresada cuando ando por la calle, como si estuviera yendo a trabajar y a veces estoy por mirar mi reloj… cuando me doy cuenta que no lo tengo puesto… Cuando tengo que preguntar algo lo hago con frases cortas, porque así puedo imitar mejor el argentino: ¿Hola, tomates? (Muy importante el tono de voz obviamente. ¿Hola, tomates? = Hola. ¿Tienes tomates? ¿Dónde están? No los veo.) También es importante la mímica y la mirada de pregunta (levantando las cejas) y dar la impresión de no tener tiempo como para hablar en frases completas. Además le doy mucha importancia a un muy amable „gracias“ que incluye una gran sonrisa de mi parte, porque no quiero que piensen que soy una maleducada.

A veces igual hasta una única palabra alcanza para ser desenmascarada. Hace un par de días alguien en el supermercado me preguntó: ¿Dónde empieza la cola? Y yo le respondí con mi español madrileño (enseñado por una profe suiza y aprendido por una alumna suiza e italiana, o sea yo): „Allá.“ Y en el mismo momento en el que me oía decir ese „allá“ sabía que se había ido al carajo mi incógnito.

Así como ocurre con el idioma puede pasar también con otras pequeñas cosas en la vida cotidiana. El día en el que al fin hice mi tarjeta de sube y fui por primera vez al subte me sentía super incógnito. Con paso seguro llegué al molinete – pero no pude pasar… cuando de repente oí alguien que gritaba por todo el subte: „¡¡Tenés que ponerla arribaaaa la subeeee!!“ También me suele pasar que me quedo esperando el segundo y tercer beso al saludar a alguien y la gente se me queda mirando algo confundida como queriéndome decir: ¿Qué le pasa a ésta? Y sí, en Suiza nos saludamos con tres besos (y después dicen que somos fríos los suizos).

En el momento en que tengo que hacer algun trámite igual no hay caso… Entonces espero hasta el último momento para sacarlo,… mi pasaporte color rojo vivo. Pero en el instante en el que llega mi turno, hasta el último que está en la cola sabe que no soy de acá…

¡Rápido, rápido… no me tengo que quedar parada!

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En los últimos dos años y medio he emprendido muchos viajes a Buenos Aires. Me ubico más o menos en el centro, sé adonde es preferible no ir, hablo español de manera fluida… Pero sin embargo, ahora que me vine a vivir acá… de repente me agarra una sensación, como la que tuve la primera vez que llegué a esta ciudad… (Que al mismo tiempo fue la primera vez que viajé sola de mochilera).

Me siento como aquella mañana de invierno cuando llegué sola, con mi gran mochila y mi campera Mammut, cambié mis primeros pesos argentinos en el aeropuerto (¿Cómo pude hacer eso?) y pagué 250 mangos (¿Cómo pude hacer eso?) para que el taxi me lleve a la hora pico (¿Cómo pude hacer eso?) a mi hostel… (http://www.americahostel.com.ar/) Aquella gris mañana, en la que hubiera querido meterme a mi saco de dormir y dormir hasta que pasen los dos meses para luego volver a casa… y les escribí mensajes de socorro a todos mis amigos y familiares… Pero en algún momento esa mañana se convirtió en tarde y el ruido de mi estómago me detuvo de seguir el plan de meterse-al-saco-de-dormir-y-dormir-dos-meses. Me acuerdo como salí por primera vez y empecé prácticamente a correr por las calles de Buenos Aires… Con mi campera Mammut azul, una mano en el bolsillo derecho aferrándose a mi mapa de la ciudad y la otra en el bolsillo de la derecha a mi cámara. Después de unos metros a parar… mirar hacía la derecha y hacía la izquierda… sacar rápidamente el mapa para echarle una mirada… A bien, listo… A seguir, rápido… no me tengo que quedar parada, sino se dan cuenta que soy turista… Mirada hacía la derecha… hacía la izquierda… sacar la cámara… sacar dos fotos… y rápido, a seguir…

Buenooo, tampoco es tan grave ahora… confeso que exageré un poco… Además es primavera así que puedo dejar mi campera en casa, al igual que el mapa y la cámara… pero rápido, a seguir… no me tengo que quedar parada…

Llegada a la ciudad de los buenos aires

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Después de un vuelo largo esa cola en la migración argentina se te hace aún más larga que el vuelo mismo… Acompañada por unos ataques de calor y pensando en la valija (Y si el vuelo hizo una escala en Londres este ‘pensando’ se vuelve un ‘rezando’… ¡Por favor haz que mi valija haya llegado al mismo lugar donde estoy yo y eso es Buenos Aires y no Londres o Rio de Janeiro!) te vas acercando paso a paso (¡Literalmente!) a los de migraciones. Detrás de los vidrios parecen muy severos… Serios, te controlan el pasaporte, te toman la huella digital, te piden tu dirección y de repente, al final de este procedimiento… te sorprenden con un amable ¡Bienvenida, Alessia!, y te sentís como si fueran unos viejos conocidos y estarías llegando a casa… Si en migraciones se despiden de vos diciendo tu nombre y algunos hasta con un ¡Pasála bien!, entonces ya sabés que llegaste a Argentina. Una vez una señora tras haberme tomado la huella digital me dijo: Daría de todo para tener tan sólo uno de tus ojos (Acerca del chamuyo y lo pintoresco del lenguaje argento en otra ocasión…).

Al fin en posesión de mi maleta (Que buena onda que haya llegado! ¡Tuve suerte una vez mas! ¡Perdón, valija –se me escapó maleta- hay que ir argentinizándose!) y habiendo pasado por la aduana (proceso que en promedio dura una hora) soy una persona libre. Me siento en una banca para esperar a mi novio. Para que también en el futuro me sigan viniendo a buscar al aeropuerto, acá habría que aclarar que el hecho de que haya tenido que esperarlo, fue una excepción debida a motivos de trabajo. Así que la demora ya había sido anunciada y acordada previamente… (Ta bien así mi amor?)

Poco después de haberme sentado, un jóven de aspecto (¿Como expresarme de manera políticamente correcta y objetiva?) no muy cuidado, no muy agradable, ni muy arreglado o simplemente arreglado de manera ’diferente’, además no muy peinado, ni muy perfumado se sienta enfrente mío. Tras haberle asegurado que no tengo ni un peso y que eso corresponde a la verdad y a nada más que la verdad, me empieza a hablar de su gran amor… «Boluda, (Es un poco raro tener que explicarle a los de habla alemana que ‘boluda’ quiere decir persona con testículos extraordinariamente grandes… Pero bueno, viceversa debe ser raro para los argentos saber que en Suiza no tenemos ninguna palabra que se use como ‘boludo’… únicamente se puede llegar a decir ‘viejo’… lo interesante es que hoy en día hay muchos chicos que estropean el alemán… y podés llegar a escuchar un grupo de nenas de 12 años diciéndose una a la otra ‘viejo’… no, no vieja, entendieron bien… viejo… pero bueno, profundizaré en el tema de las palabrotas en otra ocasión…)…» El tipo entonces me sigue contando… «Boluda, yo se lo dije a través del viento (a su gran amor)… pero no sé si entendió… Le dije a través del viento que se venga a Buenos Aires… yo la banco boluda… Sólo que no sé a que aeropuerto llega, pero la voy a esperar acá boluda…» Mientras él me cuenta toda su vida e insiste en el hecho de que al parecer tengo los testículos extraordinariamente grandes, intento hablarle razonablemente: «Mirá, si ella viene desde Europa y su vuelo es directo, lo más probable es que llegue a Ezeiza así que ya podés descartar al Aeroparque…» hasta que al fin llega mi novio. Al abrazarlo estoy agradecida de que nos podamos comunicar tan bien por skype y que le haya podido mandar un mensaje inequívoco sin tener que recurrir al viento: Llegué a la ciudad de los buenos aires…

Una sueca suiza

Una sueca en Buenos Aires sí, pero no soy sueca… nó… y nunca se le ocurriría a alguien que ha estado en Suecia pensar que podría ser sueca… soy suiza… pero estoy viviendo en Buenos Aires eso sí… Y cada vez que alguien de acá después de mi tercera frase (…mmm… acento indefinible…) me pregunta: ¿De dónde sós? Y yo contesto: Soy suiza. Me dicen: Aaa… miraaa… que bien que hablás español… y qué idioma hablan allá, en Suecia? Al principio todavía intentaba con: Soy suiza e italiana. Pero sólo me miraban así como si fuera un bicho raro… Algunos (que saben algo de Suiza) sin embargo me decían con una expresión de que-inteligente-soy-por-dios: Aaa… sos de la parte de Suiza italiana… y otros después de mi frasesita «Soy suiza…» se vienen con la pregunta: Sabías que en Bariloche hay colonias alemanas? Sí… y??? Los suizos no son lo mismo que los alemanes… nunca le digas a un suizo que es un alemán… y Suiza no es una colonia alemana o algo así! Y sí, en Suiza se pueden tener dos nacionalidades… simplemente depende de la nacionalidad que tengan tus padres… yo soy las dos cosas suiza e italiana te lo juro… querés que te muestre mis dos pasaportes? Y en cuanto a Suecia… con mucha discreción suelo hacer como si no lo hubiera escuchado… y explico que en Suiza tenemos cuatro idiomas oficiales. En la parte alemana, de donde soy yo, escribimos en alemán y en la escuela se habla alemán pero en la vida cotidiana hablamos suizo… que es un dialecto… Aaa mirá… me dicen entonces por lo general y me miran con una cara escéptica como queriendo decir… qué raros estos suecos…

¡¿¡¡¿¿Blog !?!!??

Lo primero que me pregunto mientras en realidad ya empecé a escribir es: ¿Por qué un blog? Al averiguar en google como se crea un blog me hacen la misma pregunta… «¿Por qué querés hacer un blog?» Bueno, vamos directamente a la pregunta número 2 entonces: «¿Querés intercambiar ideas o ganar plata?» ¿¿¿Quéééé??? ¿¿¿Se puede ganar plata escribiendo un blog??? «¿Ya definiste el tema de tu blog?» Yyy… más o meeenosss… «¿Tenés ganas de escribir sobre ese tema regularmente?» Paraaa… un momento… ¿qué quiere decir exactamente ‘regularmente‘? «¿Sabés lo suficiente como para escribir sobre el tema?» De vuelta: … yyyy… másss o menosss… ¿Vas a escribir diariamente o semanalmente? A… eso quería decir ‘regularmente‘… ¿Tengo que responder a esa pregunta ahora mismo? «Si has contestado a estas preguntas ya diste un gran paso…» A bueno… sigo leyendo un poco más y ya me topo con fórmulas secretas tipo CMS, URL… uyyy… A mí que ya la palabra ‘server‘ me provoca escalofríos… ¿Por qué carajo hago esto? Bueno no importa, a seguir… Consejos… Ufff son 23… «A veces es mejor concentrarse en un sólo tema … de tal manera se hace más interesante un blog para sus visitantes y se facilita la entrada a los RSS…» ¿¿¿Ay Dios, y eso qué es??? Google. Aaaaa. (Ahora sí, más o menos) «Cuando te hayas decidido por un tema y o un ámbito especial (¿Cual sería en mi caso?) es recomendable leer también otros blogs.» Nooo, ni ganas… «Justamente los principiantes tienden a no fijarse en otros blogs … lo cual está mal.» Bueno, bueno… perdón… no dije nada… blabla… blaaa… ok… Ojo: «No te fijes en la plata!» Está bien ya entendí… Pero a lo mejor debería informarme igual… «Como principiante deberías prestarle más atención a los contenidos…» Claro… «Mucho mejor es dirigir la atención hacia textos geniales e únicos…» Ayayay… hasta únicos quieren que sean… «Sé paciente…» sí, no sólo a la hora de hacer el blog sino también al leer los 20 000 consejos que te dan… añadiría yo… «Conectáte» etc. «webdesign e óptica» … uff ya el título me provoca dolor de estómago… «El que conoce su grupo destinatario en detalle (¿Cuál era mi grupo destinatario?) sabe bien lo que éste mismo quiere…» «Es importante fijar objetivos intermedios …» Obvio… es lo que hago siempre en la vida (mentira). «No hay nada malo en hacer errores…» Bueno, igual a lo mejor debería escribir sólo en alemán… Por favor que ninguno de mis profes de español lea eso…

Al final (¿por qué al final?) te dan consejos para el nombre del blog… A bueno, el nombre no debería prometer algo con lo cual el blog luego no cumpla… „UNA SUECA EN BUENOS AIRES“… en español (pero escribo sobre todo en alemán)… además una sueca… y yo soy suiza… y hasta el momento no he escrito ni una palabra sobre Suecia o Buenos Aires… ¡Vamos bien eeehhh!